La importancia de la clasificación


En el siglo XVIII, Carlos Linneo (1707-1778) tomó en cuenta las semejanzas en la forma y la estructura que un organismo tenía con otras formas de vida. Creía que los animales que eran más parecidos en su forman pertenecían al mismo grupo, y los que eran menos parecidos podrían ser parte de grupos diferentes. Llamó a cada grupo grande de organismos, reino; esta división incluía a otras más pequeñas, hasta que casi todos los organismos ocuparon un lugar en su sistema de organización. También pensó en la importancia de dar un nombre específico a cada organismo.

A este sistema de agrupación le llamaron clasificación, y muchos de sus procedimientos siguen vigentes en la actualidad, aunque con algunas modificaciones.




Durante mucho tiempo, la clasificación más conocida fue la que agrupó a todos los seres vivos en animales y plantas. Pero al inventarse aparatos como el microscopio, se descubrieron algunos organismos que mostraban características propias, diferentes a esos dos grupos.


Después de 200 años de las investigaciones de Linneo, los científicos han elaborado una clasificación que agrupa a los seres vivos en cinco reinos: el de los animales, el de las plantas, el de los hongos, el de las bacterias y otro organismo que, al igual que las bacterias, no son considerados ni animales ni plantas. Muchos de los organismos de los tres últimos grupos son de un tamaño tan pequeño, que sólo se ven con el microscopio, por eso se les llama microscópicos o microbios.

Clasificar nos sirve para organizar, para ordenar. En nuestra vida diaria clasificamos, agrupamos diferentes objetos, plantas o animales, aun sin ponerle ese nombre a nuestra forma de proceder. El orden que obtenemos al agrupar lo que queremos conocer o las cosas que tenemos, hace que resulte más fácil nuestra tarea.

En todos los siglos anteriores, al ordenar y estudiar el mundo de los seres vivos, el ser humano ha logrado adelantos muy valiosos. Mediante la clasificación de los seres vivos, las personas hemos llegado a reconocer que las plantas y los animales no son menos importantes que nosotros. Esto nos ha permitido ubicar el lugar que las personas tenemos entre ellos, no por encima de ellos.



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